Comentario diario

4 octubre - San Francisco de Asís

Una de cal y una de arena. Ayer tocó la arena con las frustraciones y las quejas por la falta de correspondencia a la predicación en Corazaín, Betsaida y Cafarnaún. Hoy toca la cal, y de la mejor calidad que encontramos en los evangelios: «se llenó de alegría en el Espíritu Santo». Jesús está pletórico al contemplar que tantos corazones se han abierto a su gracia a través de la predicación de los setenta y dos.

Hay infinidad de detalles que llaman la atención en el evangelio de hoy, que es exultante, con un toque incluso de apoteosis: «estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo». ¡El Señor se viene arriba!

Pidamos a Jesús también esa misma alegría en el Espíritu Santo. Que nos alegremos de los frutos de la evangelización. Siempre tendremos cal y arena, es decir, éxitos y fracasos, frutos y persecuciones. Pero creo que la cal, en este caso, tiene infinita prevalencia sobre la arena si viene del Paráclito.

Ahora que estamos a comienzo de curso, que hay que poner todo en marcha, con el sacrificio y el esfuerzo que implica, lo más importante no es organizarlo todo bien, sino que todo esté muy rezado, muy puesto a los pies del Señor para que demos el fruto que Él quiere que demos. ¡Sopla, Espíritu Santo, mueve los corazones, haz nuestra labor fecunda, danos tu alegría!

Hoy celebramos a San Francisco de Asís, y se cumplen 800 años de la composición de su himno más conocido, una fuente inagotable de oración. Pongo el texto abajo. Y ahora, un link con la versión que siempre más me ha gustado, cantado por Ana Moya y recogido en el álbum «Todo es don»: https://www.youtube.com/watch?v=pumi685aJPg

Omnipotente, altísimo, bondadoso Señor,
tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;
tan sólo tú eres digno de toda bendición,
y nunca es digno el hombre
de hacer de ti mención.

Loado seas por toda criatura, mi Señor,
y en especial loado por el hermano sol,
que alumbra, y abre el día,
y es bello en su esplendor,
y lleva por los cielos noticia de su autor.

Y por la hermana luna, de blanca luz menor,
y las estrellas claras, que tu poder creó,
tan limpias, tan hermosas,
tan vivas como son,
y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

Y por la hermana agua,
preciosa en su candor,
que es útil, casta, humilde: ¡loado mi Señor!
Por el hermano fuego,
que alumbra al irse el sol,
y es fuerte, hermoso,
alegre: ¡loado mi Señor!

Y por la hermana tierra,
que es toda bendición,
la hermana madre tierra,
que da en toda ocasión
las hierbas y los frutos y flores de color,
y nos sustenta y rige: ¡loado mi Señor!

Y por los que perdonan
y aguantan por tu amor
los males corporales y la tribulación:
¡felices los que sufren en paz con el dolor,
porque les llega el tiempo de la consolación!

Y por la hermana muerte: ¡loado mi Señor!
Ningún viviente escapa a su persecución;
¡ay si en pecado grave sorprende al pecador!
¡Dichosos los que cumplen
la voluntad de Dios!

¡No probarán la muerte de la condenación!
Servidle con ternura y humilde corazón.
Agradeced sus dones, cantad su creación.
Las criaturas todas, load a mi Señor. 

 

Amén.

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