Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Ángel fiel de la verdad,
precursor del que es la gracia,
mensajero de la luz,
de Cristo perenne lámpara.
Con la voz, vida y acciones,
profecías anunciaba,
añadiendo su martirio
a las señales sagradas.
Él, al nacer, descubrió
al que es del mundo esperanza,
y al propio autor del bautismo
señaló sobre las aguas.
De cuya muerte inocente,
que da la vida a las almas,
dio testimonio el Bautista
con su sangre derramada.
Concede, Padre piadoso,
seguir de Juan las pisadas,
para disfrutar con Cristo
de la eterna venturanza. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya.
Salmo 118, 105-112
HIMNO A LA LEY DIVINA
Este es mi mandamiento, que os améis unos a otros (Jn 15, 12).
Lámpara es tu palabra para mis pasos,
luz en mi sendero;
lo juro y lo cumpliré:
guardaré tus justos mandamientos;
¡estoy tan afligido!
Señor, dame vida según tu promesa.
Acepta, Señor, los votos que pronuncio,
enséñame tus mandatos;
mi vida está siempre en peligro,
pero no olvido tu voluntad;
los malvados me tendieron un lazo,
pero no me desvié de tus decretos.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón;
inclino mi corazón a cumplir tus leyes,
siempre y cabalmente.
Ant. Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero. Aleluya
Ant. 2. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
Salmo 15
EL SEÑOR ES EL LOTE DE MI HEREDAD
Dios resucitó a Jesús, rompiendo las ataduras de la muerte (Hch 2, 24).
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: "Tú eres mi bien".
Los dioses y señores de la tierra
no me satisfacen.
Multiplican las estatuas
de dioses extraños;
no derramaré sus libaciones con mis manos,
ni tomaré sus nombres en mis labios.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano:
me ha tocado un lote hermoso,
me encanta mi heredad.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas,
y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha.
Ant. Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
Ant. 3. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
Cántico Flp 2, 5-11
CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO PASCUAL
Cristo, a pesar de su condición divina,
no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera,
se rebajó hasta someterse incluso a la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo
y le concedió el "Nombre-sobre-todo-nombre";
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo,
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Ant. Al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo y en la tierra. Aleluya.
LECTURA BREVE Hch 13, 23-25
Según lo prometido, Dios sacó para Israel de la descendencia de David un Salvador, Jesús. Y su precursor fue Juan. Ya éste, antes de presentarse Jesús, había predicado a todo el pueblo de Israel un bautismo como señal de arrepentimiento. Y, cuando estaba para terminar su misión, solía decir: «No soy yo el que vosotros os imagináis. Pero, mirad, viene otro después de mí; y yo no soy digno de desatar su calzado.»
RESPONSCRIO BREVE
V. El amigo del Esposo experimenta viva alegría cuando oye la voz del Esposo.
R. El amigo del Esposo experimenta viva alegría cuando oye la voz del Esposo.
V. Ésta es mi alegría, la cual ahora rebasa todo límite.
R. Cuando oye la voz del Esposo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El amigo del Esposo experimenta viva alegría cuando oye la voz del Esposo.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Yo no soy el Mesías, sino que soy enviado delante de él; es preciso que él crezca y que yo disminuya.
MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Yo no soy el Mesías, sino que soy enviado delante de él; es preciso que él crezca y que yo disminuya.
PRECES
Oremos confiados al Señor, que eligió a Juan Bautista para anunciar a los hombres el reino de Cristo, y digámosle:
Guía, Señor, nuestros pasos por el camino de la paz.
Tú, Señor, que llamaste a Juan cuando estaba aún en las entrañas maternas y lo elegiste para que preparara los caminos de tu Hijo,
— danos ánimos para seguir siempre a Cristo con la misma fidelidad con que Juan lo precedió.
Tú que concediste al Bautista reconocer al Cordero de Dios,
— concede a la Iglesia anunciar a Cristo de tal manera que los hombres de nuestro tiempo puedan reconocerle.
Tú que dispusiste que Juan menguase y que Cristo creciera,
— enséñanos a saber humillarnos, para que brille Cristo a los ojos de los hombres.
Tú que, por el martirio de Juan, quisiste manifestar la justicia,
— concédenos testificar tu verdad con valentía, sin temor a la tribulación.
Se pueden añadir algunas intenciones libres.
Acuérdate, Señor, de los que han salido ya de este mundo,
— y colócalos en el reino de la luz y de la paz.
Dirijamos nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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